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Dos días, una noche (2014)

Si en ‘El capital’ (2012) Costa-Gavras reflejaba los estragos de la crisis económica desde la cúspide del poder, allí donde habitan banqueros, políticos y otras bestias, los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne optan en ‘Dos días, una noche’ por centrarse en el extremo opuesto: la clase obrera, si es que ese concepto sigue existiendo hoy en día. Su protagonista es Sandra, una mujer corriente, madre de dos hijos, que quiere reincorporarse a su puesto de trabajo después de superar una depresión. Pero la empresa ha hecho cuentas, ha concluido que es prescindible y ha decidido echarla a menos que sus compañeros renuncien a una prima de mil euros por cabeza. Vamos, lo que viene a ser un chantaje en toda regla.

Sandra se pasará el fin de semana de puerta en puerta, intentando convencer a sus compañeros de que voten a su favor. No será fácil, y aquí reside el mérito de los Dardenne: en su capacidad para dotar de realismo a cada uno de los encuentros de Sandra. El error habría sido caer en el discurso panfletario, en la piedad y los buenos sentimientos, pero las reacciones de los personajes mezclan empatía, miedo, egoísmo y necesidad. Prácticamente no hay respuestas blancas o negras, lo que lleva al espectador a ponerse en la situación de Sandra pero también en la de los demás, y ello enriquece la incómoda propuesta de los Dardenne.

Algo parecido podríamos decir sobre Sandra, interpretada por una soberbia Marion Cotillard (nominada al Oscar). Me gustó mucho que no fuera una heroína que lucha contra viento y marea, sino una mujer de a pie, con la que cualquier persona con un mínimo de decencia puede sentirse identificada. Sandra es fuerte, pero no podría salir adelante sin la ayuda de su abnegado marido (Fabrizio Rongione) o de su compañera Juliette (Catherine Salée). Se necesita la ayuda de los demás cuando tu empresa te reduce a la nada, poniendo en duda tus capacidades y tratándote como a una cifra en la cuenta de balances.

Pocos efectismos

Sobre la dirección, hay que destacar cómo la cámara filma en todo momento a Sandra; vamos tras ella, frente a ella o a su lado, pegados como una lapa, lo que refuerza esa sensación de angustia, y sólo dejamos que se marche en el plano final. Con todo, es verdad que los Dardenne pecan de efectistas en un par de escenas que si se aceptan es por el buen hacer de Cotillard y por la certeza personal de que estas cosas pasan (quiero recordar que vivimos en un país de mierda donde la gente se suicida porque la echan de su casa). Por cierto: brutales esos treinta segundos de plano fijo en los que Sandra se acerca a la panadería, los cuales cobran sentido por lo que viene justo después… aunque lo que venga justo después sea lo menos realista del film.

‘Dos días, una noche’ transmite dos mensajes de signo contrario. Por un lado, es una visión muy pesimista sobre la situación de la mencionada clase obrera, que ya ha sido muerta y enterrada por el capitalismo a base de individualizar nuestras conductas. Los sindicatos, la unión de iguales, todo eso ha pasado a la historia; ahora cada uno salva el culo como puede y nos preocupamos menos por los problemas de los demás porque para dramas ya tenemos los nuestros. Pero el mensaje positivo se sostiene con firmeza sobre el Leitmotiv de la película: que la dignidad no se obtiene con la victoria, sino con la lucha, independientemente de cuál sea el resultado final.

CALIFICACIÓN
4 estrellas

Ficha técnica(+)

Dirección y guión: Jean-Pierre y Luc Dardenne. Reparto: Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Olivier Gourmet, Christelle Cornil, Catherine Salée, Batiste Sornin, Timur Magomedgadzhiev, Pili Groyne. Duración: 96 minutos. Países: Bélgica, Francia e Italia.

Otras críticas

“…en manos de Jean-Pierre y Luc Dardenne, la crisis recobra toda su dimensión humana, la que habla de encuentro entre personas y de solidaridad” (Salvador Llopart, ‘La Vanguardia’). (+)

“¿Cine social o de terror? ‘Dos días, una noche’ plantea temas que nos aterran, el miedo a perder nuestro trabajo, y el horror a sentirnos prescindibles o ignorados” (Carles Rull, ’20 minutos’). (+)

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