Saltar al contenido

El gran Ziegfeld (1936)

Noticia triste para acabar el año: la actriz alemana Luise Rainer ha muerto hoy en Londres a la avanzada edad de 104 años. Puede que su nombre no figure entre los más conocidos de la época clásica de Hollywood, pero en su currículum está haber sido la primera actriz ganadora de dos Oscars consecutivos: por ‘El gran Ziegfeld’ (1936) y ‘La buena tierra’ (1937).

‘El gran Ziegfeld’, que es la crítica que nos ocupa, es un biopic pomposo y recargado sobre uno de los productores más importantes de Broadway en los años diez y veinte del siglo pasado; un personaje que muy probablemente compartía los adjetivos con los que nos hemos referido a la película. Por su parte, Rainer interpretó a Anna Held, la mujer que impulsó la carrera de Ziegfeld con la fuerza de sus cuerdas vocales.

Rodar ‘El gran Ziegfeld’ costó muchísimo dinero; tanto que, la Universal, propietaria de los derechos, tuvo que vendérselos a la Metro al no poder hacer frente a los gastos. Se estima que el presupuesto final superó los dos millones de dólares, cantidad enorme para la época, prácticamente lo mismo que costó rodar ‘El mago de Oz’ tres años después. No hay duda de que gran parte del dinero fue a parar a los bolsillos del actor protagonista, William Powell, pero el mayor derroche se lo llevaron los números musicales con los que se abrillantó la película. Uno de ellos, ‘A pretty girl is like a melody’, costó doscientos mil dólares, bastante más de lo que necesitaba el señor Ziegfeld para producir alguno de sus éxitos teatrales.

Florenz Ziegfeld —que se llamaba igual que su padre y por eso utilizaba el Jr. al final de su nombre en los carteles de los espectáculos— fue el típico empresario yanqui: emprendedor, ambicioso, optimista por naturaleza, cien por cien pragmático, capaz de dejar los escrúpulos bajo la alfombra para recobrar el equilibrio de su imperio. Procedía de una familia alemana de buena reputación que se había instalado en Chicago hacia 1860; el padre fundó una prestigiosa escuela de música que aún hoy sigue abierta. Pero el joven Ziegfeld quería llegar a ser alguien importante de verdad, tener fama, dinero y mujeres. Y empezó su camino aprovechando la Exposición Universal que acogió Chicago en 1893. Allí presentó a Eugen Sandow, padre del culturismo moderno, como “el hombre más fuerte del mundo”.

De más a menos

En ese punto arranca un film de ritmo desigual. Dividido en dos partes separadas por un interludio que se ha conservado en la versión en DVD, ‘El gran Ziegfeld’ firma una primera hora y media sensacional; con brío, fanfarrias, divertidos combates verbales —en los que resalta, incluso por encima de Powell, su rival en la ficción, Frank Morgan— y el citado número del ‘A pretty girl is like a melody’, un cuadro kitsch por lo que tiene de pretencioso pero que es consecuente consigo mismo y con las ideas del señor Ziegfeld.

Es en esa primera hora y media donde también conocemos a Anna Held (Rainer, recordemos), una cantante continuamente afectada cuyos gorgoritos encandilan a los espectadores, convirtiéndose en la principal fuente de ingresos del productor… hasta que pasa de moda. Rainer está perfecta en las tragicómicas secuencias románticas en las que discute con Powell; en el resto, la verdad, puede llegar a hacerse cansina.

Hay varios factores que explican la pérdida de interés de la película en su segunda parte. Y es que, como si se contagiara del proceso vital de su protagonista, da la sensación de rodar cuesta abajo, lánguidamente, sin el frenético pero controlado ritmo que había sido capaz de engancharnos. En primer lugar, los números musicales se vuelven cada vez más frecuentes, sin aportar nada nuevo a la historia, nada que no nos hubieran enseñado ya las hermosas piernas de las ‘Ziegfeld follies’. Este hecho conduce inevitablemente al segundo: a la hora de recortar metraje, parece que se optó por mantener estas superfluas —aunque costosas— representaciones en detrimento del propio biopic. Ignoro si fue cosa del director —Robert Z. Leonard— o bien, como imagino, decisión unilateral del estudio.

Es curioso, porque en esta segunda parte cuando se acelera el tiempo: Ziegfeld está cada vez más viejo, ejerce menos influencia sobre sus coristas, saca nuevos espectáculos de la chistera para mantenerse en la cumbre a cualquier precio. Sin embargo, la sensación es la de estar viendo un pastel de chocolate cubierto de nata justo después de habernos zampado un entrecot de dos kilos: te lo comerías, si no hubieras comido antes. La desaprovechada aparición de Myrna Loy, el frescor aportado por la genial Fanny Brice —haciendo de sí misma— y los puntuales regresos de Frank Morgan logran aliviar el sopor pero no impiden que nos preguntemos si de verdad fue ésta la mejor película de 1936.

CALIFICACIÓN
3 estrellas

Ficha técnica(+)

Título original: ‘The Great Ziegfeld’. Dirección: Robert Z. Leonard. Guión: William Anthony McGuire. Reparto: William Powell, Luise Rainer, Frank Morgan, Myrna Loy, Fanny Brice, Virginia Bruce, Reginald Owen, Ray Bolger. Duración: 176 minutos. País: Estados Unidos.

Otras críticas

“…en su defensa diré que es entretenida, agradable, con estupendos actores y representa una época de manera fantástica, además de mostrar un estilo de producción impecable” (Javi Leiva, ‘La Cabecita’). (+)

“…a pesar del gran éxito de público y críticas que cosechó en el año de su estreno, hoy en día resulta demasiado desfasada y a la que el paso del tiempo no ha perdonado” (‘Guión Original’). (+)

Posts relacionados

Tags:1936

,

Estados Unidos

,

Fanny Brice

,

Frank Morgan

,

Luise Rainer

,

Myrna Loy

,

Robert Z. Leonard

,

William Powell