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Mil maneras de morder el polvo (2014)

Según el título original de esta película, en el antiguo Oeste había un millón de formas de morir; en la versión española, las posibilidades se reducen a mil, que no son pocas. Sea como sea, el cine nos ha enseñado desde hace más de un siglo que la vida en la frontera estaba llena de peligros para los colonos que se asentaban en las llanuras. El cine, repito; porque la documentación histórica nos ha demostrado que la vida, aunque distaba de ser plácida, no era tan violenta como reflejan las películas. Seguramente, era mucho más aburrida. Por eso habría que empezar aclarando que ‘Mil maneras de morder el polvo’ es una parodia de las películas del Oeste —los añorados westerns—, pero no de la vida en el Oeste.

Dicho esto, que tampoco tiene la mayor importancia, la segunda película de Seth MacFarlane tiene como protagonista a un ovejero, oficio que en mi opinión está bien escogido. MacFarlane, que también escribe y protagoniza el film, encarna al pringado de un pueblo sin ley, y en el Oeste —en el de verdad— había pocos oficios más menospreciados que el suyo. En primer lugar, porque las ovejas estaban consideradas como un animal inferior, una raza débil al lado de las vacas, los bisontes o los caballos. Y en segundo lugar, porque era un oficio reservado para inmigrantes como los vascos o los mexicanos, tipos huraños que hablaban lenguas extranjeras. Para un americano de pura cepa —concepto cogido con pinzas, por supuesto— ser ovejero era de lo más humillante.

Bien, y hasta aquí lo mejor de la película. Porque poco más se puede rescatar de ‘Mil maneras de morder el polvo’, aunque ya veníamos advertidos después del osito Ted. Y podría añadir que no me gusta el humor escatológico a base de diarreas, vómitos o arcadas post sexo oral. Vale, no soy ese tipo de público. Pero el problema es que MacFarlane se queda a medias en su apuesta por la broma soez, integrando unos episodios ñoños muy a su pesar —ni divertidos, ni románticos— junto a la pluscuamperfecta Charlize Theron. Por otro lado, destaca una alarmante falta de imaginación para explorar el humor negro con los tópicos del western, cayendo en reiteraciones y chistes más sobados que la prostituta interpretada por Sarah Silverman.

Demasiado blanda

Así, la sensación que deja ‘Mil maneras de morder el polvo’ es de ser demasiado blanda. Puede que tuviéramos el listón alto sabiendo que detrás —y delante— de las cámaras estaba el irreverente creador de la serie ‘Padre de familia’. Por ejemplo, ¿por qué no hay más chistes como el del puesto de la feria, donde matar negros tiene como premio un muñeco de peluche? Y sobre todo, ¿por qué esa eterna escena de crepúsculo entre el ovejero y la pistolera? ¿Por qué MacFarlane no mantiene en el cine la mala hostia que demuestra en televisión?

En fin: siempre quedan los cameos para hacer la película más llevadera. Lo de Liam Neeson como el forajido más terrible del Oeste es poquito más que eso, porque su personaje está desaparecido casi todo el metraje y su final es bastante vergonzoso (incluso tratándose de una parodia). Por ahí andan también Amanda Seyfried, Giovanni Ribisi o Neil Patrick Harris, quien salva los muebles gracias a su especialidad: el musical (convierte la canción ‘If you’ve only got a moustache’ en un hit bailable y pegadizo). Y hay otras graciosas apariciones que me reservo para no hacer spoilers. Porque, al final, eso será lo único que recordéis de ‘Mil maneras de morder el polvo’. Dudo que sea lo mucho que os reísteis…

CALIFICACIÓN
1,5 estrellas

Ficha técnica(+)

Título original: ‘A million ways to die in the west’. Dirección: Seth MacFarlane. Guión: Seth MacFarlane, Alec Sulkin y Wellesley Wild. Reparto: Seth MacFarlane, Charlize Theron, Amanda Seyfried, Liam Neeson, Giovanni Ribisi, Neil Patrick Harris, Sarah Silverman, Christopher Hagen. Duración: 116 minutos. País: Estados Unidos.

Otras críticas

«Uno lo pasa en grande devorando las interacciones, los absurdos diálogos y los enredos de las subtramas de esta inesperada comedia» (Andrea Núñez-Torrón Stock, ‘El Antepenúltimo Mohicano’). (+)

«Es un obvio intento de MacFarlane de hacer su ‘Sillas de montar calientes’, pero en realidad es una pálida imitación» (Brent McKnight, ‘The last thing I see’). (+)

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